viernes, 11 de enero de 2008

El telefonito es.


En cierta ocasión Pepita le dijo a Rosita que su primo le había dicho que a su amigo del colegio le habían contado que el vecino de la casa del enamorado de Rosita había visto a un chico entrar al apartamento del enamorado de Rosita y que habían salido abrazados y agarrados de la mano. Qué he dicho?. No tengo idea. Pero, al saber esto, Rosita terminó con su enamorado sin decirle nada. Simplemente le dijo un frío y directo: No quiero verte nunca más. Pensó que era homosexual.

No sé si Yola Polastri se equivocó al decir que: “el telefonito es una necesidad”. Pero me queda claro que su teoría comunicadora es acertada cuando dice: “llamada tras llamada y bla bla bla”. En ese nada confiable bla bla bla es que nacen las más peculiares confusiones. Es que a veces las llamadas no son del todo claras, existe la posibilidad de filtración de señales parásitas que afectan a la señal principal. Me explico: existen distintas versiones de los hechos cuando la verdad pasa de boca en boca y se convierte en chisme. Y esto, usualmente, ocasiona ratos de amargura, enemistades, o hasta saltos de felicidad, todo esto en vano. Me parece que a veces regresamos a la infancia y deseamos jugar al teléfono malogrado inconcientemente.

Últimamente he sido partícipe de dos situaciones de averías telefónicas (teléfono malogrado). En ambas me sentí incomodo mas no dolido. Hace ya varios años que dejé de jugar a esto. Hace ya algún tiempo me di cuenta que, el seguir con el efecto “bola de nieve” que este entretenimiento lúdico causa, no es nada justo ni para mí ni para las personas implicadas. Por eso tomé la santurrona decisión de tragarme lo que me digan sobre otras personas, no contar mis cosas personales a todo el mundo, poner en práctica aquel dicho que dice: “ver para creer”, o siendo algo mediático: “papelito manda” y no guiarme por ningún motivo de habladurías. Hasta ahora mi decisión no me ha traído problemas. Y no los traerá.

La chismografía ya no es una facultad netamente femenina. Ahora, nosotros, los machos y cheleros varoncitos, también chismeamos. No en una tardecita de tomar el té. No en el baby shower de la prima. No con la pericia y astucia de las mujeres, pero lo hacemos. Debo admitir que lo he hecho un par de veces, sin que esto haya tenido consecuencias graves y decepciones personales. Es que algunos no se pueden quedar con la boca cerrada cuando saben algo, o cuando alguien dijo algo sobre alguien. Y la situación empeora cuando un ser con muestras claras de orgullo viril se deja influenciar, manipular, y hasta engatusar por el chismecito inocentón.

Mantengo una opinión clara sobre lo que criollamente se denomina el “teléfono malogrado”. Si le cuentas algo a un amigo o conocido, este puede entenderlo de una manera que quizás es distinta a la tuya. Este amigo se lo podrá contar a otro amigo, el cual lo entenderá de otra manera. Y así se irán suscitando un sin fin de argumentos e hipótesis para el chismorreo. Hasta que llegue a alguien que, con un poco de ira y una pisca de cojuditis aguda, haga caso al chisme sin antes preguntar o indagar con el protagonista de este. No tiene sentido alguno amargarse por ciertas cosas que nunca sucedieron pero que si se escucharon “por ahí”. No tiene sentido alguno actuar con afanes de putear sin saber lo que realmente ocurrió.

Tengo muy claro que en un grupo humano, de amigos, conocidos, colegas, vecinos, o cualquier otro tipo de relación interpersonal, existirán las habladurías y el insoportable teléfono se seguirá malogrando. Qué hacer al respecto?. Simple, no seguir con esto. Preguntar y pensar antes de hablar podría ser una idea algo inteligente. Y si causa algo de fatiga el tan solo hecho de pensar en indagar y averiguar, pues simplemente no creer cosas de las cuales no se está seguro. Como dije algunas líneas arriba, yo ya colgué los chimpunes en esta cancha. Mi recorrido por este campo duró, (como diría Sabina), lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks.

En fin, mujeres y hombres somos igual de chismosos. A todos nos gusta regresar a la infancia y hasta a veces realizar juegos poco maduros. Acepto jugar a la botella borracha y hasta un veinteañero strip poker. Jugar al teléfono malogrado nunca me gustó.

Muestra clara de lo que puede pasar. Este Lucho se pasa!.
La inacabable y carismática Yola Polastri y su bendito telefonito.

8 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

excelenteee !!! =D out telefono malogradO! jaja m encanto l blog! tanto kmo l dl pianista u_U! besO!

11 de enero de 2008, 12:08  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Oie pero en esa d gay.. aiii sii m ubiera asegurado bien! q dañazoooooooo

11 de enero de 2008, 12:08  
Anonymous Anónimo ha dicho...

bien bien bien, tienes toa la razon del mundo,

12 de enero de 2008, 11:11  
Anonymous Anónimo ha dicho...

ANONIMO = ANDREA TORRES! JAJA no c como mierda poner el nombre! soi inutil

12 de enero de 2008, 11:48  
Blogger Cesar Melgar. ha dicho...

[RESPUESTA]: Hola andrea. Un gusto que leas el blog. Deberias cambiarte de carrera a una como secretariado y computación. Un beso.

12 de enero de 2008, 11:57  
Anonymous Anónimo ha dicho...

tururuu... tururuuu!!!! =D

14 de enero de 2008, 21:25  
Blogger Cesar Melgar. ha dicho...

[RESPUESTA]: El número que usted ha marcado se encuentra fuera de servicio. Gracias por comentar querida incomoda. Un beso en tu oreja izquierda.

14 de enero de 2008, 21:50  
Blogger Bono ha dicho...

100pre habran habladurias y telefonos malogrados por ahi, lo importante es saber como es uno, hablar la verdad y tener la consciencia limpia... hablamos!

14 de enero de 2008, 23:02  

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